Carta abierta al cadáver de
Alejandra Pizarnik
Mi amor por ti, quiero que sepas, es el amor del forense por el
cadáver; el perro que rumia los huesos, el enterrador que exhuma los recuerdos.
Es la fotografía al fantasma. El verso en los riñones del destino. Mi amor por
ti, Alejandra, un crucigrama de rotas cicatrices, la memoria que canta el vals
de los ahorcados, el cínico ronronear de un gato en los huesos. Es una
antología de sueños, un disparo en medio de la sien, un callejón oscuro lleno
de drogas, semen, mugre, punk y alcohol. ¿Qué sabré yo de este amor que es
abismo, que es canción, que es odio, que es infinito quemando los pulmones?
Mi amor por ti es un apocalipsis personal, siete jinetes con sus siete
trompetas interpretando una pieza de jazz, un libro que no quiero soltar,
aunque llore, aunque me quede ciego, aunque me deje loco, un libro que no dejo
de leer/escribir. La espuma de un perro rabioso. La palabra subrayada en un
texto antiguo. La noria que seca el corazón y reaviva la interminable
nostalgia. Porque así es la nostalgia, Alejandra, interminable como tu espalda
interminable, tierna hasta la saciedad, candente como el infierno que en tus
manos inventas.
Mi amor por ti desafía toda intuición psicoanalítica y psicológica, es
una médium masturbándose, es un anciano que es pequeño perverso poliforme, es
la voz del cariño irrumpiendo violentamente en el devenir. ¿Qué sería de mí sin
ti? ¿Qué soy yo, que soy una suma de nadas, en la pupila iridiscente de tu
mirada? No lo sé, sólo sé que mi amor por ti es una multitud de lobos dentro de
mi sangre, aullando la noche, inventando la noche en su aullido, apostándose
enteros los colmillos por un beso de tus suaves labios, de tus labios de lilas,
de silencio, de panteón, de fuga, de soledad.
Mi amor por ti, quiero que sepas, es un pergamino de paz, es una
declaración de guerra, es violencia y es amnistía, es lugar y es partida, es un
ambulante deambular por los rincones más secretos del poema. Es una ventana al
paraíso y, sin embargo, una ventana impenetrable. Es un suicidio de orquídeas.
Es la secuencia cinematográfica llena de perversión y delirio. Mi amor por ti
es mi patria, esa metáfora vieja, patria, lo que quiero decir es que tiene fronteras
que son violables, tiene leyes ridículas, tiene policías ineptos, pero también
tiene reaccionarios, reaccionarios duros, tipos duros, que me hacen escribir en
noches como ésta lo que siento por ti.
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