"Mi lumía" de Oliverio Girondo:
homenaje a Eros Afrodita
homenaje a Eros Afrodita
Julia Inés Muzzopappa
...vestido de esqueleto,
bostezando los tópicos y los llantos fingidos
Oliverio Girondo
bostezando los tópicos y los llantos fingidos
Oliverio Girondo
De todos los muertos que amé
eres el único viviente...
Pablo Neruda
eres el único viviente...
Pablo Neruda
Me interesa mostrar y explicar un modo posible de leer
los poemas del escritor argentino, Oliverio Girondo (1891- 1967) que pertenecen
a En la masmédula (1956) [1] , el último volumen de poemas del
autor. En esta oportunidad nos concentraremos especialmente en “Mi lumía”;
veremos cómo este poema es una “ excepción “ dentro del corpus al cual que
pertenece y sus vínculos con el mundo mítico y los renuevos del lenguaje.
Transcribimos el poema a continuación.
MI LUMÍA
Mi Lu
mi lubidulia
mi golocidalove
mi lu tan luz tan tu que me enlucielabisma
y descentratelura
y venusafrodea
y me nirvana el suyo la crucis los desalmes
con sus melimeleos
sus eropsiquisedas sus decúbitos lianas y dermiferios limbos y
gormullos
mi lu
mi luar
mi mito
demonoave dea rosa
mi pez hada
mi luvisita nimia
mi lubísnea
mi lu más lar
más lampo
mi pulpa lu de vértigo de galaxias de semen de misterio
mi lubella lusola
mi total lu plevida
mi toda lu
mi lubidulia
mi golocidalove
mi lu tan luz tan tu que me enlucielabisma
y descentratelura
y venusafrodea
y me nirvana el suyo la crucis los desalmes
con sus melimeleos
sus eropsiquisedas sus decúbitos lianas y dermiferios limbos y
gormullos
mi lu
mi luar
mi mito
demonoave dea rosa
mi pez hada
mi luvisita nimia
mi lubísnea
mi lu más lar
más lampo
mi pulpa lu de vértigo de galaxias de semen de misterio
mi lubella lusola
mi total lu plevida
mi toda lu
lumía.
de Oliverio Girondo
Muchas ideas y estrategias lingüísticas de En la masmédula
ya están presentes en los anteriores textos del autor, sin embargo En la
masmédula constituye un hito en materia de renovaciones lingüísticas, que
tiene como referente a Trilce (1922) del poeta peruano César Vallejo y a
Atazor (1931), del chileno Vicente Huidobro.
Los tres autores mencionados formaron parte de las vanguardias
artísticas, tanto latinoamericanas como europeas [2]. Los tres
realizaron un trabajo poético donde el lenguaje se transforma, se torsiona con
el objetivo de producir un estallido del sentido en busca de otras formas capaces
de dar cuenta del cambio de percepción necesario, para captar el fragor de la
experiencia de modernidad en su conjunto.
Nos detendremos ahora en “Mi lumía”, un poema que sobresale del
resto de poemas que integran el volumen; tal vez resulte ser el único con tono
“optimista”. Se trata de una exaltación del sentimiento amoroso. El resto de
los poemas, en cambio, se mantiene en otro registro, más cercano al nihilismo,
son poemas que convocan al silencio, al abismo, a la caída sin límite y sin
destino fijo. El desconsuelo es la “marca en el orillo” de estos poemas. Por lo
tanto, el que analizaremos es una excepción en este sentido y desde ese lugar
lo leo, desde la ruptura que ocasiona en la propuestas general del corpus de
poemas, aunque comparte con los otros los procedimientos lingüísticos.
“Mi lumía” está construido con formas linguísticas novedosas,
que no están lexicalizadas, pero su construcción no es ajena a los
procedimientos de formación de palabras convencionalizados (derivación,
composición, parasíntesis).
¿Qué quiere este poema?, ¿cuál es el motivo por el cual se
apropia del recurso mencionado? Posiblemente pretenda generar extrañamiento
sobre una situación amorosa tradicional y construir un mito a partir de los ya
conocidos. Por lo tanto, necesita de un nuevo lenguaje, capaz de hacer
referencia a aquellos aspectos de la realidad no conocidos o a zonas de la
realidad aún no reveladas; se trata de un lenguaje que se elabora con
fragmentos y estrategias del otro lenguaje, ya conocido, y que requiere
de un esfuerzo de voluntad de parte del lector para determinar su significado y
sentido.
Requiere, también, que el lector acepte que no podrá
comprenderlo todo. Las transformaciones lingüísticas imponen una serie de
torsiones, de elecciones sobre esas formas que no fueron las seleccionadas por
la comunidad lingüística, pero que podrían haberlo sido. En este sentido, los
poemas de Girondo recuperan y traen al presente resonancias de un pasado
imposibles de hallar en el pasado, sino en el futuro- presente que habilita el
poema. Puede sonar a paradoja: ¿cómo es posible recuperar lo que no ha sido?.
Es la tarea de poetas, aquel que tiene la visión, la intuición y ejerce un
descollante trabajo sobre el lenguaje.
No hay un solo verso en este poema que no incorpore formas
nuevas que aparecen en contacto con otras, como pronombres posesivos,
conjunciones, preposiciones y adverbios, palabras sin lexema (las que no pueden
generar otras palabras, solo tienen desinencias de género y número) que no
están alteradas. Entonces, las renovaciones de Girondo pasan por las clases de
palabras que tienen lexema (sustantivo, verbo y adjetivo). Esta selección,
sobre qué clase de palabras modificar ( y subvertir) dice algo acerca de la
forma de jerarquizar y usar el lenguaje en cuanto sistema.
El poema parece decir que el sentido de un texto puede
sostenerse y construirse a partir de las clases de palabras que son entendidas
por la gramática como clases secundarias y “sincategoremáticos”, es decir,
significan de acuerdo con el uso que hace el hablante de ellas en sus discursos
y están a disposición de todos los usuarios del sistema, para referir una
instancia de enunciación particular; hay en la propuesta del autor una nueva
lectura sobre la capacidad de “depositar” buena parte del significado y sentido
de un texto en esas zonas ampliamente disponibles del sistema, capaces de
llenarse y vaciarse de significado y referentes, según las circunstancias.
Esta propuesta poética exacerba la idea de tránsito del
significado, lleva hasta un límite estrecho el poder que tienen ciertas formas
con función deíctica y anafórica para construir el sentido. Esas formas son el
resguardo, el reaseguro, que permite que el texto pueda ser leído e
interpretado; son parte del andamiaje del poema que justamente se sostiene a
partir de una zona “débil”, si se piensa en la subjetividad egocéntrica que son
capaces de inscribir [3].
Dijimos que este poema desea generar extrañamiento sobre una
situación amorosa tradicional. ¿Cuál? La del ingreso de la luz en el Universo,
la de la llegada del Eros primigenio, que como bien explica Jean- Pierre
Vernant “no es el mismo que aparecerá más adelante al existir hombres y
mujeres, machos y hembras” (p. 17) [4]. Este Eros “implica un impulso en
el universo”, permite que de la
Tierra , sin necesidad de aparearse con nadie, surjan los
seres que estaban en las profundidades: lo que estaba en la oscuridad sale a la
luz. Como las formas lingüísticas (yo, mi) que dan cuenta de una
subjetividad a partir de las huellas que deja en el enunciado, subjetividad que
nunca es abordada ni recuperada en forma completa, pero de la que puede saberse
algo solamente a partir de sus “lastres”, de aquellas marcas que va dejando.
Hay, entonces, un diálogo entre el relato del Eros primigenio, capaz de hacer
surgir individualidades, de recortar cuerpos, subjetividades, y la capacidad de
algunas formas lingüísticas para separar y construir una subjetividad: así como
Eros ruptura a Gea, del mismo modo esas palabras rompen, quiebran y separan los
contornos de una masa textual.
El relato del Eros primigenio, que explica como dijimos, el
surgimiento de los seres en el universo, se recupera en el poema del autor
argentino a partir de una conjunción de historias míticas donde se ofrece una
lectura muy particular de ellos. El poema parece activar la idea de que así
como el Eros primigenio posibilitó la salida hacia la luz de los seres que
estaban contenidos en la tierra, en tiempos más actuales ese mismo gesto se
produce ante el Eros amoroso que implica la cópula, la relación sexual y
erótica, vivenciada también como salida hacia la luz. El encuentro amoroso
entre los diferentes sexos emularía la soledad del origen, la potencia
creadora, la distribución de los poderes y del espacio cósmico. Ya que es
imposible vivir en el origen, cada encuentro erótico entre los sexos
ritualizaría_ y por lo tanto traería al presente_ una escena primitiva. Ya no
hay Eros primigenio, pero algo de él vibra en nosotros cuando compartimos los
goces de los encuentros amorosos.
Analicemos ahora algunas construcciones linguísticas, esas que
se renuevan [5]:
— “ enlucielabisma” es una forma construida a partir de
fragmentos de otras, es una composición. En este caso podría reconocerse “en”,
“lu”, “ciel/ cielo”, “abisma”; de ella se deriva la lectura de “en lu el cielo
abisma”, pero al formar parte de una sola forma el espacio que media entre las
palabras desaparece, tal vez del mismo modo en que desaparece el espacio, la
diferencia, en la experiencia que refiere el poema, entre “lu”, el “cielo” y el
“abismo”, con lo cual se asistiría a la creación de una realidad sin referencia
concreta( Frege); esa nueva materia se construye a partir de la ya existente,
pero su combinación es la que genera la creación de algo nuevo;
—“lu” (luz), aquí se apocopa una forma que en este caso
recuerda el nombre propio Lulú. También se abren asociaciones con el intelecto
y la inspiración, para las cuales el símbolo de la luz ha sido muy recurrente;
— “venusafrodea”, en esta forma se yuxtaponen nombres de diosas
del amor y la estructura se corresponde con la clase de palabra verbo. De este
modo, los nombres_ “Venus”, “Afrodita”_ se verbalizan e indicarían una acción o
proceso que promueve un modo de amar característico de las diosas: derroche,
sensualidad, belleza armoniosa, donde ambos paradigmas, el dionisíaco y el
apolíneo convergen;
—“Lumía”, aquí se observa una yuxtaposición, la del nombre
apocopado (Lu) y el pronombre posesivo (mía). Una lectura posible: la forma en
que se construye el nombre del otro, del tú del poema, está asociada a la marca
o huella que deja en el mismo el sujeto que lo nombra: “mía” solo es posible
desde un “yo”, así el nombre ajeno a ese “yo” lo recupera y también lo nombra;
la estrategia consiste, entonces, en construir una forma que contenga, a su
vez, el nombre propio (mayúscula) ligado a una huella de quien lo nombra. Tal
vez, una estrategia lingüística_ y poética_ para decir algo de la cópula.
—”luar”, consiste en la verbalización de un nombre (“lu”), a
partir de la yuxtaposición de -ar, terminación de los verbos de 1ª conj.; se
podría interpretar que el tú del poema nominado “Lu/lu” tiene como atributo la
acción, personalísima, de “luar”.
— “pez hada” corresponde a la construcción de formas compuestas
sintagmáticas a partir de un núcleo recurrente: hay una serie conocida con
“pez”: pez espada, pez volador, pero no “pez hada”, que por otra parte
recuerda mucho a las sirenas, y esta interpretación estaría habilitada porque
en el poema se incluye el mundo mítico y aparece declarado: “mi mito”; por lo
tanto estas formas nuevas que el poeta crea dan cuenta de realidades no
codificadas por el lenguaje, que sirven para construir otras; en este sentido
el poema está “pariendo”, como Gea, mediante el Eros primigenio, un mundo
discursivo nuevo;
— “luvisita” corresponde al proceso de derivación que genera
diminutivos, en este caso, seguramente, con matiz afectivo, que también sirve
para dar cuenta del modo en que se construye la subjetividad;
— “golocidalove” es otra composición, pero de formas con lexemas
de la lengua española y la inglesa_ recurso que tal vez pueda instalar parte de
la zona lúdica en el poema, pero también alentar la idea de ciertos términos
internacionalizados, que en realidad van dejando de ser propios de una única
lengua.
Estas son algunas operaciones que el poema hace sobre el
lenguaje para extrañarlo. El tema, sin embargo, es muy clásico en la poesía, se
trata del encuentro amoroso, de la experiencia física y espiritual que conlleva
el surgimiento del amor y la atracción entre los seres.
Un verso del poema de Girondo confirma, especialmente, esta
idea:
“ sus erospsiquisedas sus decúbitos lianas y dermiferios limbos
y/ gormullos…”
Se observa nuevamente el intento de reunir en un forma:
“erospsiquisedas” a dos amantes clásicos: Eros y Psiquis, pero el sufijo
transforma los nombres propios en comunes, y tal vez pueda entenderse como
colectivo ( semejante al caso de arboledas). Pero también podría leerse
“eros”, “psiqui”, “se”, “das”. El poema habilita todas estas lecturas porque el
léxico general se construye con estos procedimientos y la ruptura solo se
advierte si se conoce el modo de proceder del sistema.
En el verso anterior están presente las “lianas” que recuerdan
las ramas del árbol, que como se sabe envolvieron a Diana cuando intentaba huir
de Apolo. Ambas diosas, Venus y Diana, reunidas en sus ambientes
convencionales_ “lianas” para Diana, “limbos” para Venus_ dan cuenta,
completan, la experiencia amorosa: atracción, deseo/ rechazo, soledad.
Otro verso recupera el contexto sobre el nacimiento de Venus:
“mi pulpa lu de vértigo de galaxias de semen de misterio”
Las expresiones “vértigo de galaxias” y “semen” traen
resonancias del mundo mítico si se piensa en la castración de Urano; de la
espuma marina que rodea el miembro viril de Urano cuando cae al Ponto surge
Afrodita, diosa de la hermosura asociada con la Venus romana (o más
precisamente siciliana). Esta “Lu”, a la que parece estar dedicado el poema, es
heredera de una estirpe ancestral de mujeres bellas. El verso siguiente:
“mi lubella lusola”
sintetiza esta idea, “lu” es bella pero además está sola:
“lusola”, como todas las diosas del Olimpo_ y también de otras culturas.
El poema, como puede verse, está construido con el campo léxico
de la mitología clásica y sus historias, pero además incorpora elementos de
otras tradiciones, asociadas a Oriente (“nirvana”). De todas formas, tanto los
elementos de la tradición occidental, que son más cuantiosos, como los de la
oriental, tienden hacia la elevación, hacia el espacio alado, celestial, y
manifiestan mucha vitalidad; tal vez, parte de esa vitalidad, efecto del
lenguaje, provenga del adjetivo posesivo “mi” que se reitera, prácticamente al
inicio de cada verso, donde se observa la insistencia del sujeto de la
enunciación por apropiarse de “Lu” y por intermedio de ella, de toda la estirpe
de mujeres capaces de hacer ascender a sus enamorados hasta el reino celestial
del amor. Y en este aspecto, el poema brinda homenaje a la tradición del cual
es heredero y se rinde a sus pies, como a los de Lu.
El verso final del poema:
“lumía”
invierte el orden de las palabras con respecto al primero, “Mi
Lu”, y ese gesto muestra la creación de una nueva realidad, producto de un
proceso de gestación discursiva a disposición, ahora, del universo lingüístico,
poético, de quien decide nombrar.
Para finalizar y con el deseo de explicitar la diferencia de
registro entre “Mi lumía” y los otros poemas de En la masmédula citamos
los versos finales de “Cansancio”, donde puede leerse el hastío, la repulsa y
la negativa del poeta a repetir y consumar el acto de nombrar cuando las formas
del lenguaje ya no nombran, ya no instalan ninguna presencia:
y de los intimísimos
remimos y recaricias de la
lengua
y de sus desgastados páramos vocablos y
reconjugaciones y recópulas
y sus remuertas reglas y necrópolis de
estupefactas palabras
simplemente cansado del cansancio
del harto tenso extenso entrenamiento al
engusanamiento
y al silencio
lengua
y de sus desgastados páramos vocablos y
reconjugaciones y recópulas
y sus remuertas reglas y necrópolis de
estupefactas palabras
simplemente cansado del cansancio
del harto tenso extenso entrenamiento al
engusanamiento
y al silencio
Estos versos pueden leerse como una declaración de principios
estéticos: la escritura poética es la escritura de la imposibilidad de la
palabra, no es una escritura tranquilizadora, pedagógica, sino, como planteó
Néstor Perlongher, se trata de evocar una pérdida irremediable, un enigma que
no puede ser nombrado. “Mi lumía” constituye una frontera, un punto de
inflexión, cierto permiso, dentro de esta estética. Es la imagen del Éter que
encarna la luminosidad absoluta (Vernant), adonde no llega la oscuridad, “es
una luz extraordinariamente viva, jamás maculada por sombra alguna”. Por eso
“Mi lumía” es comprensible en este corpus de poemas, porque representa la
posibilidad de recuperar el cielo, lugar donde no acontece la alternancia, es
el sonido del orden significante que el poeta escritor desea conservan en su
silencio.
Ese silencio del vacío es necesario y nuclear para que la
escritura tenga lugar en sus contornos, para que todo pueda ser nombrado otra
vez, desde y hacia los extremos del silencio. Estas tensiones del idioma que
hemos observado constituyen una embestida contra la gramática, el diccionario y
las reglas, contra las palabras que son siempre del Otro, ese Otro que decide
lo que podemos decir. Ante esa hegemonía de los poderes de la nombradía los
poemas de Girondo responden con otra arbitrariedad creando un nuevo cuerpo, también
construido con palabras y restos del mundo. El resto que selecciona, la
excepción, es “Mi lumía”, único espacio textual que se aparta del gesto
predominante, el insulto, y no casualmente rinde homenaje al ideal de belleza
grecolatino.
Notas
[1] El poema “Mi Lumía” y los versos de “Cansancio” fueron
extraídos de Obras de Oliverio Girondo en la edición de Losado de 1993.
[2] Para el estudio y comprensión del denominado “período de las
vanguardias artísticas” sigo a Hugo Verani en Las vanguardias literarias en
Hispanoamérica (manifiestos, proclamas y otros escritos).
[3] Los recorridos teóricos sobre enunciación están tomados de
Emile Benveniste en Problemas de lingüística general.
[4] Jean-Pierre Vernant: Erase una vez...el universo, los
dioses, los hombres, México, FCE, 1999. Todas las referencias a esta obra
para por la presente edición.
[5] Para el análisis y abordaje de formas léxicas se siguen los
planteos de los estudios de Nora Múgica en Léxico. Cuestiones de forma y de
significado y de Mervyn Lang en Formación de palabras en español.
Morfología derivativa productiva en el léxico moderno.
Bibliografía
Benveniste, Emile: Problemas de lingüística general,
México, siglo XXI, 1982.
Girondo, Oliverio: En la masmédula en Obras de
Oliverio Girondo, Buenos Aires, Losada, 1993.
Lang, Mervyn F.: Formación de palabras en español.
Morfología derivativa productiva en el léxico moderno, Madrid, Ediciones
Cátedra, 2002.
Múgica, Nora: Léxico. Cuestiones de forma y de significado,
Argentina, Centro de Estudios de Lingüística Teórica, Facultad de Humanidades y
Arte, Universidad, Nacional de Rosario, 2003.
Verani, Hugo: Las vanguardias literarias en Hispanoamérica
(manifiestos, proclamas y otros escritos), México, FCE, 1995.
Vernant, Jean-Pierre: Erase una vez...el universo, los
dioses, los hombres, México, FCE, 1999.
© Julia Inés Muzzopappa 2007
Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid
El URL de este documento es http://www.ucm.es/info/especulo/numero35/milumia.html
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