Los signos de puntuación
Los signos de puntuación se usan en los textos
escritos para intentar reproducir la entonación del lenguaje oral (pausas,
matices de voz, gestos, cambios de tono, etc.) con objeto de interpretar y
comprender correctamente el mensaje escrito. Los signos de puntuación, por lo
tanto, nos permiten expresarnos con claridad y evitar interpretaciones
diferentes del mismo texto.
Por ejemplo, el sentido de la siguiente frase: «No está mal eso», cambia si utilizamos otros signos de puntuación: «No, está mal eso». Según la Ortografía de la RAE el español cuenta con los siguientes signos de puntuación:
Por ejemplo, el sentido de la siguiente frase: «No está mal eso», cambia si utilizamos otros signos de puntuación: «No, está mal eso». Según la Ortografía de la RAE el español cuenta con los siguientes signos de puntuación:
punto
|
.
|
coma
|
,
|
punto y coma
|
;
|
dos puntos
|
:
|
puntos suspensivos
|
...
|
signos de interrogación
|
¿ ?
|
signos de exclamación
|
¡ !
|
paréntesis
|
( )
|
corchetes
|
[ ]
|
raya
|
-
|
comillas
|
« »; " "; ' '.
|
En el siguiente ejemplo una coma vale un euro:
Café, puro y copa a un euro cada uno son... tres euros.
Café puro y copa a un euro cada uno son... dos euros. |
El viaja sólo en tren.
El viaja solo en tren. |
No comáis grasas animales.
No comáis grasas, ¡animales! |
Perdón imposible, que cumpla su condena.
Perdón, imposible que cumpla su condena. |
No, es verdad.
No es verdad. |
El maestro dijo: «Javier es un burro».
- El maestro -dijo Javier- es un burro. |
No, se lo dijo.
No, ¿se lo dijo? ... |
No sé, ¿lo dijo?
No sé, lo di, ¡jo! ... |
No se lo dijo.
No, se lo di, ¡jo! ... |
Estaré sólo esta tarde.
Estaré solo esta tarde. |
Quiero un café solo.
Quiero un café sólo. |
No, lo sabía.
No lo sabía. |
¿Cuánto es la mitad de uno más uno?
|
¿Cuánto es la mitad de uno, más uno?
|
Si el hombre supiera realmente el valor que tiene la mujer andaría a
cuatro patas en su búsqueda.
(Su usted es mujer, con toda seguridad colocaría la coma después de la palabra «mujer». Si usted es hombre, con toda seguridad colocaría la coma después de la palabra «tiene»). |
EL TESTAMENTO
Se cuenta que un señor, por ignorancia o malicia,
dejó al morir el siguiente testamento sin signos de puntuación: «Dejo mis
bienes a mi sobrino Juan no a mi hermano Luis tampoco jamás se pagará la cuenta
al sastre nunca de ningún modo para los jesuitas todo lo dicho es mi deseo».
El juez encargado de resolver el testamento reunió a los posibles herederos, es
decir, al sobrino Juan, al hermano Luis, al sastre y a los jesuitas y les
entregó una copia del confuso testamento con objeto de que le ayudaran a
resolver el dilema. Al día siguiente cada heredero aportó al juez una copia del
testamento con signos de puntuación.
- Juan, el sobrino:
«Dejo mis bienes a mi sobrino Juan. No a mi hermano Luis. Tampoco, jamás, se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo».
«Dejo mis bienes a mi sobrino Juan. No a mi hermano Luis. Tampoco, jamás, se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo».
- Luis, el hermano:
«¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¡A mi hermano Luis!. Tampoco, jamás, se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo».
«¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¡A mi hermano Luis!. Tampoco, jamás, se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo».
- El sastre:
«¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco, jamás. Se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo».
«¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco, jamás. Se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo».
- Los jesuitas:
«¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco, jamás. ¿Se pagará la cuenta al sastre? Nunca, de ningún modo. Para los jesuitas todo. Lo dicho es mi deseo».
«¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco, jamás. ¿Se pagará la cuenta al sastre? Nunca, de ningún modo. Para los jesuitas todo. Lo dicho es mi deseo».
- El juez todavía pudo añadir otra
interpretación:
«¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco. Jamás se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo».
Así que el señor juez, ante la imposibilidad de nombrar heredero, tomó la siguiente decisión:
«... por lo que no resultando herederos para esta herencia, yo, el Juez me incauto de ella en nombre del Estado y sin más que tratar queda terminado el asunto».
«¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco. Jamás se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo».
Así que el señor juez, ante la imposibilidad de nombrar heredero, tomó la siguiente decisión:
«... por lo que no resultando herederos para esta herencia, yo, el Juez me incauto de ella en nombre del Estado y sin más que tratar queda terminado el asunto».
NO PIENSES QUE SOY UN TIPO LISTO
Francisco J. Briz Hidalgo Quisiera contar las cosas que yo he visto, pero no pienses que soy un tipo listo. He visto un niño volar sobre las casas. He visto aviones comer ciruelas pasas. He visto hombres correr a cien por hora. He visto coches en una cantimplora. He visto agua paseando por la calle. He visto gente pastando en aquel valle. He visto vacas volando por el cielo. He visto aves hacer casas de hielo. He visto esquimales de siete colores. He visto un arco iris de tres sabores. He visto helados. Estas cosas yo he visto, pero no pienses que soy un tipo listo. |
Ejercicio: Tres hermanas casaderas, Soledad,
Julia e Irene, conocieron a un joven y apuesto caballero, licenciado en letras
y las tres se enamoraron de él. Pero el caballero no se atrevía a decir de cuál
de las tres hermanas estaba enamorado. Como no se declaraba a ninguna, las tres
hermanas le rogaron que dijera claramente a cuál de las tres amaba. El joven
caballero escribió en un poema sus sentimientos, aunque "olvidó" consignar
los signos de puntuación, y pidió a las tres hermanas que cada una de ellas
añadiese los signos de puntuación que considerase oportunos. La décima era la
siguiente:
Tres
bellas, ¡quÉ bellas son!
(Citado por Roberto
Vilches Acuña en "Curiosidades literarias y malabarismos de la
lengua". Editorial Nascimiento. Santiago de Chile, 1955)
Tres bellas que bellas
son
me han exigido las tres
que diga de ellas cual es
la que ama mi corazón
si obedecer es razón
digo que amo a Soledad
no a Julia cuya bondad
persona humana no tiene
no aspira mi amor a Irene
que no es poca su beldad
me han exigido las tres
que diga de ellas cual es
la que ama mi corazón
si obedecer es razón
digo que amo a Soledad
no a Julia cuya bondad
persona humana no tiene
no aspira mi amor a Irene
que no es poca su beldad
Soledad leyó la carta:
Tres bellas, ¡qué bellas son!, me han exigido las tres que diga de ellas cuál es la que ama mi corazón. Si obedecer es razón, digo que amo a Soledad; no a Julia, cuya bondad persona humana no tiene; no aspira mi amor a Irene, que no es poca su beldad. |
Julia en cambio:
Tres bellas, ¡qué bellas son!, me han exigido las tres que diga de ellas cuál es la que ama mi corazón. Si obedecer es razón, ¿Digo que amo a Soledad? No. A Julia, cuya bondad persona humana no tiene. No aspira mi amor a Irene, que no es poca su beldad. |
Dijo Irene:
Tres bellas, ¡qué bellas son!, me han exigido las tres que diga de ellas cuál es la que ama mi corazón. Si obedecer es razón, ¿Digo que amo a Soledad? No. ¿A Julia, cuya bondad persona humana no tiene? No. Aspira mi amor a Irene, que no es poca su beldad. |
Así pues persistía la duda, por lo que tuvieron
que rogar de nuevo al joven que les desvelara quién era la dueña de su corazón.
Cuando recibieron de nuevo el poema del caballero con los signos de puntuación
las tres se sorprendieron:
Tres bellas, ¡qué bellas
son!,
me han exigido las tres
que diga de ellas cuál es
la que ama mi corazón.
Si obedecer es razón,
¿Digo que amo a Soledad?
No. ¿A Julia, cuya bondad
persona humana no tiene?
No. ¿Aspira mi amor a Irene?
¡Qué!... ¡No!... Es poca su beldad.
me han exigido las tres
que diga de ellas cuál es
la que ama mi corazón.
Si obedecer es razón,
¿Digo que amo a Soledad?
No. ¿A Julia, cuya bondad
persona humana no tiene?
No. ¿Aspira mi amor a Irene?
¡Qué!... ¡No!... Es poca su beldad.
La
extraña conducta de César
César entró sobre la cabeza,
llevaba el casco en los pies, las sandalias en la mano, la fiel espada... |
César entró, sobre la cabeza
llevaba el casco, en los pies las sandalias, en la mano la fiel espada... |
Nuestro amigo Marcelino Fernández (Matelogos)
dedicó el siguiente poema a sus tres hijos Marcelo, Marcos y Esther, aunque
según confiesa todavía está pagando por su arrebato paterno-poético-patético.
Marcelo,
Marcos y Esther
Marcelino Fernández
(Matelogos)
Marcelo, Marcos y Esther
me piden a mí que escriba
a cual prefiero tener
en mayor grado de estima.
Y escrito está a continuación
en mal verso y sin puntuación:
Digo que prefiero a Marcelo
aunque a veces sea de hielo
no a Esther cuya hermosura
compite con su frescura
no alabo a Marcos por su ciencia
que no es poca su inteligencia
me piden a mí que escriba
a cual prefiero tener
en mayor grado de estima.
Y escrito está a continuación
en mal verso y sin puntuación:
Digo que prefiero a Marcelo
aunque a veces sea de hielo
no a Esther cuya hermosura
compite con su frescura
no alabo a Marcos por su ciencia
que no es poca su inteligencia
Marcelo, el primero que leyó,
puntos y comas así entendió: Digo que prefiero a Marcelo, aunque a veces sea de hielo. No a Esther, cuya hermosura compite con su frescura. No alabo a Marcos por su ciencia, que no es poca su inteligencia. |
Esther puso interrogaciones
y quedaron así las puntuaciones: ¿Digo, que prefiero a Marcelo, aunque a veces sea de hielo? No. A Esther, cuya hermosura compite con su frescura. No alabo a Marcos por su ciencia, que no es poca su inteligencia. |
Marcos, cuando al fin le tocó
otros signos añadió: ¿Digo, que prefiero a Marcelo aunque a veces sea de hielo? No. ¿A Esther, cuya hermosura compite con su frescura? No. Alabo a Marcos por su ciencia, que no es poca su inteligencia. |
Mas yo leí con emoción
y signos de admiración:
¿Digo, que prefiero a Marcelo
aunque a veces sea de hielo?
No. ¿A Esther cuya hermosura
compite con su frescura?
No. ¿Alabo a Marcos por su ciencia?
¡Qué no! Es poca su inteligencia.
y signos de admiración:
¿Digo, que prefiero a Marcelo
aunque a veces sea de hielo?
No. ¿A Esther cuya hermosura
compite con su frescura?
No. ¿Alabo a Marcos por su ciencia?
¡Qué no! Es poca su inteligencia.
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